Este fotógrafo sueco ha sido galardonado en los últimos meses con algunos de los premios mas importantes de fotoperiodismo. En 2012 Hammarstrom fue recompensado con un segundo galardón en el prestigioso World Press Photo, en la categoría Spot News, por su trabajo sobre el asesinato multitudinario en la isla noruega de Utoya.
Sin embargo su gran año ha sido el 2013, ya que a lo largo del mismo su fotografía «Dania», de la serie «Aleppo» ha recibido el galardón “Foto del año 2013″ por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), así como el XVII Premio Internacional de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña, que entrega Médicos del Mundo.
La imagen de Dania, una niña de 11 años de edad que fue herida en un ataque con bomba en dicha ciudad, forma parte de un trabajo que el reportero gráfico ha realizado en Siria para denunciar los estragos que las guerras causan en los niños. Con su trabajo Hammarstrom trata de llamar la atención a la comunidad internacional con la intención de que redoblen sus esfuerzos para evitar la perdida de toda una generación de niños.
Niclas Hammarstron nació en Suecia en 1969. Estudió fotografía en Estocolmo y trabajó para varios medios de su país. En 1993 se afincó en EEUU, donde trabajó como corresponsal para un diario sueco. Allí fue testigo de los atentados del 11 de septiembre o de la masacre de Waco en Texas. En 2002 volvió a Suecia para hacerse cargo del negocio familiar, hasta que en 2010 vendió la empresa y volvió al fotoperiodismo.
Hammarstrom fue secuestrado en Siria, junto con el reportero freelance Magnus Falkehed durante 44 días. Médicos del Mundo ya había decidido concederle el premio Luis Valtueña, pero decidieron no comunicarlo para no perjudicar las gestiones para su liberación.
Niclas Hammarstron tiene claro que el propósito de su trabajo es hacer fotos que asusten o que hagan retirar la mirada de ellas. El fotóreportero sueco pretende hacer fotos que, al ser observadas, sirvan a la gente para que comprender lo que está pasando. Sus instantáneas reflejan la muerte y la destrucción; el miedo y la desolación; así como el ridículo sinsentido que significan las batallas.